martes, 2 de julio de 2013

el que escribe es una vasija

Entre más doy, más contengo,
entre más sale de mi, vacío estaría,
pero al ver que me repongo me lleno de gozo
ya que puedo dar todo creyendo que no me queda nada
y al ver mis adentros y ver que todavía me queda algo
pienso, ¿en qué lo daré?
¡Señor mio! nos hiciste cual vasijas de barro
que al vaciarse las vuelves a llenar,
si tenían pan, al vaciarse muchas veces
se vuelven vasijas de oro
y al volverse a vaciar, las pules
con el brillo de tu mirada, complacida.
Ahora te comprendo mi Señor, mi Alfarero,
ahora comprendo que si en tus manos nos dejamos tallar
es para que el recipiente sea cada vez más amplio.
Señor, al morir anhelo mis manos estén vacías
pero que hayan pasado por ellas palabras de mucho valor
que me diste para repartir
y al verme así te complazcas y digas
vasija buena, cuánto me serviste.


Arquímides Guillén