Me pide consejo ahora que él ha vuelto.
Me pide consejo para que sea yo quien nos condene.
No es consejo que pide sino motivos para el adiós.
Me dice que nuestro deseo estuvo mal hecho
que el verdadero amor es mentira que se entrega,
se lleva, se preserva hasta que pierda la apariencia
y quede la esencia que se guarda para siempre.
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Él compra dos almohadas de espuma
Llena de aromas el área donde me acuesto
Cuando lustra sus zapatos lustra los míos
Y hasta cuando él cumple años
lleva dos regalos
por que dice
que todo debemos celebrarlo juntos.
Por eso tengo miedo cuando me enfermo
porque sería capaz de morirse si yo muero.
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La nostalgia de un amor es como la marea
que al irse deja descubierta la arena.
La nostalgia es en el fondo una diminuta esperanza
que quisiera cambiar el rumbo de una historia.
Tu tristeza se parece a la mía.
Presentémoslas.
A lo mejor se hacen amigas y se entretengan
jugando a perder sus penas.
Yo también camino perdido, oigo tus quejas, pero no te miro.
Son tan oscuros los pasillos de nuestro laberinto
y son tan parecidos,
que si me platicas de los tuyos y yo de los míos,
bien pudiéramos inventar una salida.
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Tus ojos son fríos agujeros de hielo
que me derriten la tristeza
por fuera y por dentro.
Para hablarme, acostumbras a darme la espalda.
Si enseñaras a tus palabras a darme la cara
las alas que te ofrezco, ya tuvieran un ángel.
Me rodearías de hogueras incandescentes de pasión
con besos de refrigerio
añadiendo tiempo a mi reloj
ovularían mis sueños.
Arquímides Guillén
