MI YO FEMENINO

 
SIN TITULO TODAVIA
Ya no lo amo y no me atrevo a decirlo, a lo que si me atrevo es a mentir, a decirle que lo amo. No se en que momento me hice valiente para la mentira y cobarde para la verdad. Vivir a su lado ya no es seguro, vivir a su lado conlleva el peligro de dejar de existir, de caminar como fantasma en los quehaceres de la casa. Le tengo miedo a mis sueños románticos, un pavor a que mis fantasías se encuentren con una palabra hermosa y masculina, una desconfianza a los deseos de mi cuerpo por satisfacerse. Tengo que vivir acordándome que estoy aquí, me alegro que haya personas conocidas que siguen viviendo conmigo, por medio de ellas relaciono las paredes y acierto cual es mi cama. He soportado diez años, quizás exagero, solo deben ser nueve años con trescientos sesenta y cuatro días, que me siento rara, los extraños que encuentro por la calle no me hablan, deberían saber que somos iguales y entre iguales se supone lógica la comunicación.
Su ex vive tan cerca de su cabeza: Mi ex vive igual de cerca, pero de mi corazón, mi mejor amiga vive a unas pocas calles. El dice que no me cuenta sus secretos porque yo no se guardar nada, quizás sus secretos deben ser tan importantes para mí que yo deba atesorarlos. En realidad, no quiere dejarme porque soy la que más le ha durado, las otras cometieron el error de presionarlo y en esos casos el dice que huye.
Cada vez que lo veo quisiera volver, pero no a vivir lo mismo, sino volver al momento en que tuve que haber dicho que no. Algunos me dicen que lo reintente, que tal vez cambie, pero yo necesito re-instantes no reintentos. Lo que me queda de él, es la parte que ame. Entre esa parte y yo, no quisiera que hubiera ningún fin. Cuando me lo presentaron no quería conocerlo, me lo imaginaba, era uno de esos hombres que dan ganas de callarlo para que no rompa el encanto y seguirlo viendo, adivinando la relación de su sonrisa con su pensamiento. Mi ensueño era como música de fondo.
Ya no lo amo y él ya no me ama. El decidido valor de dejarnos se termina en la sonrisa de nuestros hijos cuando irrumpen en nuestro cuarto, entusiasmados a contarnos algo.

YA DEJÉ DE SER NIÑA

¡Señor! Ya dejé de ser niña.
A mis muñequitas les salen dientecitos de leche
y ya no se conforman con comida de mentira.
¡Señor! ¡Por qué
los vuelos fallidos se desploman sobre mí?
Como la falsa sonrisa crea más tristeza
¿Por qué algunos besos
en vez de saciar me deforman la sed?
Miro toda mi vida –en relación a los hombres-
y soy como ramo de flores cuando se corta
que se hunde al principio en hermoso florero,
pero en los días siguientes
se hunde en un basurero.
¿Por qué la arena que cae en la tierra
no sólo disminuye su sabor
sino que también se olvida del mar?
¡Señor! ¿Por qué en las mismas manos
donde anidan las caricias y nacen los aplausos
también se esconden las palmadas en la cara?

Arquímides Guillén